martes, noviembre 28, 2006

Quizás sea un sueño

Es un camino que conozco, he estado aquí antes aunque es extraño, no consigo recordar de qué se trata, parece como si en mi mente se mezclaran los recuerdos al igual que ocurre en los sueños. Si, eso es, se trata de un sueño. Este lugar en realidad no existe, se trata de fragmentos de realidad que descansan en mi mente. En realidad estoy dormida en mi habitación, es de noche y al fin he cedido al cansancio. Ayer fue un día difícil, estaba acelerada, inquieta, no acertaba a relajarme, no conseguía dormir. Al fin lo he conseguido y ahora estoy aquí en este escenario decorado con elementos cronológicamente independientes, con luces imposibles. Todo está envuelto de un velo de irrealidad, al despertar se irá deshaciendo el recuerdo y este lugar volverá a pertenecer al mundo de la imaginación.
Ahí está Ana, hacía mucho tiempo que no la veía. Siempre me encantó su sonrisa, no sé qué hará por aquí. Algún día de estos tengo que ir a visitarla, compartimos muchas cosas antes de que nos separásemos cuando yo me fui a vivir a Munich. Espero que esté bien, siempre la asocio con la tristeza, la pobre perdió a su padre antes de que me marchara y muchos años atrás había muerto también su madre. Yo quería soltarme, irme lejos para no pertenecer a ningún lugar. Mi camino estaba lejos.
No quiero ponerme triste, esto es solo un sueño, seguiré caminando, Ana se ha ido por aquel camino. A lo lejos veo unos álamos, debe ser otoño pues sus hojas resplandecen de color amarillo e impregnan el suelo. Si, es otoño, siento el aire húmedo. Siempre me gustó el otoño, me siento viva cuando cambian las estaciones, el mundo se mueve y se desviste de verano, los cielos son distintos. Me gusta que las cosas cambien, los cambios me alejan de la monotonía. No quiero quedarme quieta, no quiero perderme la vida, me gusta que los días piensen lo mismo.
El paisaje ha cambiado de forma drástica, ahora me encuentro en una gran ciudad, estoy rodeada de gente. Hay muchas tiendas y me siento contenta de vivir de nuevo en un lugar que me gusta. Si, me gusta viajar, no podría enraizar en ningún lugar, no podría ser un árbol, no mientras sienta esta inquietud que me hace salir a buscar. Veo un montón de caras conocidas pero no sabría decir quiénes son. Supongo que son gente que conocí en algún momento de mi vida o quizás solo se encontraron en mi camino y mi mente las guardara sin que yo me diese cuenta.
A mi lado camina Juan, él siempre está conmigo, está aunque no esté. Me sonríe cuando se da cuenta que le observo. Me encanta que me coja la mano. Paso por un parque donde juega una niña, me recuerda a mí. Tiene una cara muy graciosa y se ríe todo el tiempo. Se me queda mirando y se queda quieta, luego su mamá la coge en brazos y se vuelve a reír.
El parque se aleja a mi espalda y llego hasta un puente enorme. Hay un paseo que parece perderse en el infinito. Hay gente que camina, una chica sentada en un banco tiene la mirada perdida mientras un libro casi se desprende de sus manos. Está soñando, pienso. Luego veo que en el banco hay una placa donde hay escrito “Everybody needs a place to think”, está escrito en inglés. Si, ese banco lo he visto antes, en Londres, en el paseo del Támesis pero no estoy allí. Es otro lugar.
Cojo mi cámara y hago fotos de una pareja de ancianos a los que les brillan los ojos, sonrío al verles bromear sobre los años que están juntos. Se besan de verdad, han conseguido vencer al tiempo y se miran sin temores, libres para amarse cada día como el primero. Recuerdo a Juan y mis temores, me gustaría abrazarle, que supiera que quiero estar con él, que le quiero.
Otra vez me estoy poniendo triste. Alzo la vista y me encuentro en un gran parque repleto de árboles. Son de colores muy vistosos. Los hay de color amarillo, turquesa, rojo. Sus hojas caen y parece un cuadro. Es como si me encontrara dentro de una de mis fotos, como si yo pudiera jugar a cambiar los colores.
Siento que lloro pero no siento lágrimas, es como si toda yo llorase. Me viene de nuevo el recuerdo de esta semana en la que he estado muy acelerada y no he visto más que todo el trabajo que tenía que hacer. No sé por qué entonces no podía rescatar estos recuerdos.
De nuevo estoy caminando por una ciudad, es otro lugar distinto, otro lugar familiar al que no consigo poner nombre. Está lleno de gente que también me resulta extrañamente conocida, me hacen sentir abrigada.
De repente, veo de nuevo a Ana. Me alegra encontrármela de nuevo. Esta vez me mira y se dirige hacia mí. Me sorprende su efusividad, me abraza y me besa y sus ojos reflejan una felicidad que yo también siento. Me dice de tomar algo y entramos en un lugar enorme. Nos sentamos y me cuenta su vida, me dice que está bien y que ha pasado mucho pero que ha encontrado la paz. Me dice que le alegra mucho el que nuestros caminos se hayan vuelto a encontrar y me sorprende al preguntarme si yo he encontrado ya mi dirección. Esa pregunta me desarma y siento como un lazo en mi garganta, como un vacío que se dilata impidiéndome la respiración. Sus ojos me miran con una cálida expresión en su rostro. Yo intento decir algo pero me siento afligida, de repente la felicidad del encuentro se torna angustia porque no sé qué decir a mi amiga.
Intento hablarle de los lugares que he visitado, de las personas que he conocido, intento hablar sin conseguir que una sola palabra se suelte de mi garganta.
― ¿Dónde estás? ― me pregunta y me siento amenazada, atacada. No sé qué decir.
― ¿Qué haces en este lugar? ― tengo miedo, quiero huir pero no puedo. Algo me sujeta.
― ¿Quién eres? ― ya no sé qué hacer, siento que voy a explotar.
― ¡Soy yo y este es mi sueño! ― un grito me atraviesa el cuerpo y sale disparado hacia mi amiga. Esta no deja de sonreír.
― Si este es tu sueño...¿qué hago yo aquí?.
― !Tú formas parte de mí!, ¡tu recuerdo me acompaña muchas veces! ― sigo gritando, como si estuviese soltando algo que llevaba atravesado.
― Entonces pertenezco a tu mundo.
― Si y me gustaría que supieses que me he acordado muchas veces de ti ― la agitación se va posando.
― Lo sé porque tú también estás en mi mundo, en mis sueños ― voy sintiendo una profunda paz a medida que parece que empiezo a entender lo que trata de decirme Ana.
― Este lugar eres tú.
― Si ― mi respuesta me sorprende pero me sigo observando atentamente.
― Aquí están todos los lugares que han encontrado un lugar en ti, todas las personas que te han acompañado con alguna palabra, con algún momento importante.
― Todos ellos componen este lugar que no tiene nombre porque no puede ser etiquetado de ninguna forma. Porque no pertenece al mundo de la mente ― mis palabras continúan las suyas, hemos conectado y hablamos como un mismo ser.
― Todo esto está en tu interior, en tu corazón.
― Aquí se desvelan mis sueños, mi imaginación y mi intuición ― eso es, ahora lo veo claro.
― En este lugar mágico podrás hallarte siempre y crear lo que tu corazón te está dictando.
― Tú eres una de esas personas que me han acompañado ― siempre lo ha sido.
― Soy un recuerdo que debía decirte algo.
― Necesitaba tomar un café con una amiga de hace tiempo con la que deseo volver a encontrarme. Decirle que la quiero y que creo que he encontrado mi dirección.
― Tuya es la elección de hacer que este sueño culmine en realidad.

Si, mía es la decisión de guiar mis pasos uno tras otro. Tengo la voluntad de vivir sin miedos y hoy entiendo que hay un mundo en mi interior que está vivo. Un mundo que bebe de mí como yo bebo de él. Hace mucho tiempo que me estaba esperando y yo solo vivía en él en mis sueños. Ahora ya no estoy segura pero ambos mundos se acercan pues he encontrado una dirección que los conecta. Algo que me hace encontrar la paz con mis recuerdos, reencontrarme con las personas, con los momentos, con las palabras que fueron sembradas para despertar con mi consciencia. Por eso muchas veces camino por un mundo sin nombre, veo colores que yo invento y gente que me tiene algo que decir. Todos pertenecen a un mundo que crece dentro de mí y que se hace cada día más grande, un nuevo sentido que se dirige hacia el presente, hacia este momento en que sueño despierta tomando un café con una vieja amiga.

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