lunes, julio 25, 2011

El ritual del café (Para Javi y Mari Carmen)

En estos meses hemos podido disfrutar de lo que significa tener un hogar propio y no me refiero a aquel de nuestros padres, sino a ese otro que uno se va construyendo lentamente con los años. Es un largo trabajo que empieza a base de escucharse a uno mismo y de tratar de no errar los pasos, todo eso de seguir el propio camino y evolucionar con el tiempo. Esta práctica hace que uno se vaya sintiendo cada vez más cómodo en soledad o, al menos, con muy pocas cosas. Uno crea su propia atmósfera, a la que recurre para encontrar equilibrio y paz y, de ahí, poder salir al mundo en calma con uno mismo, sentir una realidad mucho más amplia que el solo trabajo o que cualquiera de las actividades que se emprenden. Una realidad que nos permite crecer desde dentro con los años.

Desde ese espacio supimos reconocer a aquella persona que, a su vez, era capaz de ver dentro de nosotros. Solo desde nuestro espacio interior pudimos encontrarnos y, de este modo, abrirnos hacia un espacio diferente, uno compartido, uno en que aprender nuevas partes de nosotros mismos. Con el paso del tiempo fuimos construyendo ese nuevo espacio de encuentro a base de acercar nuestros dos mundos, nuestros lenguajes, de compartir rituales en que podíamos conversar sin usar palabras.

Cada mañana despertábamos y mirábamos a nuestro lado, aún sorprendidos de encontrar a esa otra persona. De todas las opciones posibles, decidíamos permanecer allí un nuevo día y nos lo decíamos con esa primera mirada de la mañana. Nos levantábamos y realizábamos el ritual del café, el primero del día. Los dos juntos con las primeras luces, sentir esa intimidad compartida, el olor del café inundando los espacios, todavía vacíos de ruidos. Y el ritual del café nos llenaba de energía, como dos llamas calentándose mutuamente, con la que salíamos a trabajar, cada uno en pos de sus propias metas, días mejores, días peores, pero con ese aroma tranquilizador del hogar creado. Esta tarde regresaremos a casa, a nuestro hogar, donde nada más necesitamos.

Amigo mío, te deseo lo mejor en esta nueva etapa, os lo deseo a los dos.

 
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