viernes, mayo 27, 2011

Duelo (y 3)

Y se marchó también el invierno con su mirada serena, de ojos grises, casi blancos.

Su piel anudada, casi como la corteza de un árbol.

Su expresión siempre quieta, recordando.

Se marchó como una época, dejando tras de sí miles de recuerdos.


Su memoria era un niño que jugaba siempre lejos,

por mucho que quisiera, ya no era de este mundo.

por mucho que su cuerpo fuera el de ella,

ya se había marchado.


Y se marchó y con ella se fueron todos los abuelos,

todas las historias,

la puerta con aquellos tiempos.

Y sus hijos pasaron a ser los nuevos abuelos.


Se marchó una época que siempre tuvo la mano tendida,

la mesa puesta, el calor en la chimenea.


Y siente uno en su ausencia que la rueda gira,

que la cadencia del tiempo no se detiene nunca.


Ahí estaba ella sentada en el sillón rumiando sus recuerdos,

siempre dispuesta a contar la misma historia.


Ahora seré yo el que guarde su historia y quién sabe si algún día,

contársela a mis nietos.

viernes, mayo 20, 2011

Duelo (2)

A mi niña Lola se la llevó la brisa en una mañana de un verano cansado.

Tantas habían sido las lágrimas, la impotencia, que el invierno se adentró de golpe entre nosotros,

y no nos quedó nada para abrigarnos.

Cerramos los ojos, apretamos los dientes, bajamos los brazos.

Durante un momento eterno, nos quedamos mirando su carita dormida.

Nos acercamos a su lecho, tratando de refugiamos en su fuego recién apagado.

Tocamos su rostro que se estaba secando y, por primera vez,

sentimos el aguijón del duelo.

Su ausencia era aún un estallido mudo cuyas ondas irían extendiéndose con los días,

como el invierno en el norte, inexorable, implacable, devorando todo calor, todo color.

En una mañana de verano, en una tarde de invierno,

su carita perdió su color de amapola

y todos sentimos frío.

viernes, mayo 13, 2011

El héroe de la mirada perdida

Dicen que mi hijo es un héroe. Mucha gente le sigue y lo admira.

A penas anda por casa, siempre en el camino.

Él dice que hay que actuar, que no podemos quearnos quietos ante lo que pasa en el mundo.

Siempre me habla de lugares lejanos, de aquel uno o de aquel otro tirano.

Se exalta al hablar de los derechos humanos. ¡Huy cómo se pone!

Yo, que soy su madre, no puedo llevarle la contraria.

Como él dice, nosotros somos casi analfabetos, nos hicieron corderos.

Es verdad que antes no era como ahora, ¡madre mía cuánto pasamos!.

Miramos a nuestros hijos y es verdad que va con ellos mu rápido.

Él me dice, siempre está muy seguro de lo que habla, que tenemos miedo de .

Y yo, que soy su madre, quizás no debería decir lo que digo.

Que en muchas cosas que habla, seguro que tiene razón.

Pero es que una madre quiere que su hijo la mire a los ojos y la abrace,

ya no digo que me dé un beso de vez en cuando.

Pero que se sienta algo de cariño.

Que yo quizá sea mu simple., pero no me gusta eso de enredarme en discusiones.

Pero una madre no quiere que su hijo esté siempre con esa cara seria, peleándose con su padre y su hermana. Que a veces paece que le fuera a dar algo.

Que hay muchas desgracias y que Dios nos libre,

pero ¿de qué le sirve a una madre que su hijo sea un héroe lejos de su casa?

¿Que aquí, con los suyos, vaya siempre con la mirá perdía?

Que estar en su pueblo parece una maldición pa él…

Yo no quiero héroes que no sean personas. Que la vida que llevamos nosotros,

nos hizo tener los pies en la tierra y nosotros más que nadie sabemos del valor de una familia.

viernes, mayo 06, 2011

El camino del árbol


Dicen que cuánto más mayores somos, más nos parecemos a un árbol

Que nuestra piel se va haciendo corteza y refleja los caminos andados.

Igualmente, nuestra vida podría representarse con la forma de un árbol.

Cada cual la suya, con sus raíces, tronco y ramas.

Desde el suelo, el tronco es la niñez que debe afianzarnos.

Con los años, el árbol va cogiendo altura, cada cual a su ritmo,

cada árbol adopta su propio trazo.

Tantas ramas como elecciones, como direcciones tomadas.

Algunas nos llevan más alto, otras se revelan desacertadas.

Las transitamos, las seguimos, hasta que averiguamos que no nos acercan hacia el Sol.

Entonces, al darnos cuenta, regresamos atrás apesadumbrados

y volvemos a intentarlo.

 
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.