Dejo tras de mí el verde suelo,
la piedra gris, los espléndidos cementerios.
Digo hasta pronto a las colinas y los cuervos,
a la lluvia inagotable y al viento.
Hoy cuelgo por unos días el abrigo y la capucha
para ir a fundirme al verano Mediterráneo, en las saladas aguas del descanso.
La soledad volverá a llenarse de las personas que la causaron y
brindaremos todos juntos por el milagro de regresar.
Me deleitaré con el aire ardiente y el atardecer sereno,
con los cielos desnudos, con los encuentros improvisados.
Con cada uno de los lugares que me describía la melancolía
en este pasado invierno nevado.