miércoles, noviembre 08, 2006

Le gusta llamarlos los lugares del camino, siempre escucha su llamada cuando siente que algo falla y es que lleva unos días que no se siente ella. Está cansada, como si su espíritu le pesara, recorre la vida tensa y acelerada y no alcanza a romper con esa tendencia.
En estos lugares, rodeada de árboles, respirando la atmósfera fragante de romeros, tomillos y pinos, siente que los rayos del sol rascan su piel y alcanza a sentir su caricia.
Camina con ritmo pesado, hace tiempo que sus pies no transitaban los bosques y que sus pulmones no se encontraban con el aire puro, siente que se va desprendiendo una coraza y que vuelve a encontrarse con sus sentidos.
Otea el horizonte con su cámara de fotos buscando capturar imágenes tal y como las sueña cuando reclama un poco de calma y se desespera porque no la encuentra.

Poco a poco se va fundiendo con lo que la rodea, se va sumergiendo en el lugar, sintiéndose parte de él. Casi sin darse cuenta, el tiempo se ha detenido y todo parece más vivo y hermoso, la calma ha vuelto para abrazarla. Ahora camina ligera, sin prisas, un camino que fluye y un corazón que late. Hay un sentido, siempre lo ha habido.

En su mente, pesa la responsabilidad, la presión de quién quiere elegir y ver con claridad en el horizonte. Su espíritu es una brújula que cambia de dirección y su energía se disipa a menudo en demasiadas cosas.
Acude a este lugar para recibir su energía pues sabe que con la calma podrá asumir una elección, agarrar la perspectiva que le susurra el camino que palpita bajo sus pies.
El tiempo ya no corre delante de sus pasos y parece que hay una voz en todo esto, una voz que solo se escucha desde el silencio, una voz que le dice que ya está dirigiéndose hacia ese sueño, simplemente por estar aquí y no olvidarse de que forma parte de este lugar.

La paz se aloja en su corazón y toda la tensión se evapora en esta atmósfera, la luz emana de ella y me alcanza, a mí que caminaba como un fantasma observándola. Yo que un día me estrellé mientras corría por una autopista de hombres perdidos y que ahora camino junto a quien llama la calma.
El cansancio se dibuja en su rostro pero aún se vuelve más hermoso pues su espíritu se encuentra a ras de su piel y yo que soy ella, que soy un fantasma de este bosque que no puedo dejar de seguirla, también siento que mi espíritu aflora. Estaba muy adentro de mí, en lo más oscuro de mi ser, pero ha venido a buscarla una vez más y mis ojos al notar que está tan cerca lloran, sonrío después de muchos días, de nuevo sé que estoy en el camino.

2 comentarios:

mar_nav dijo...

Veo que te esta gustando esto del blogs, es como una ventanita al mundo, una forma de mostrarte al mundo en pequeños instantes.

Anónimo dijo...

todo ok campeon

 
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