lunes, octubre 29, 2007

Entre las calles grises de las ciudades

Al fin conseguí encender mi luz.

He podido crear un espacio vital con denominación de origen, el centro de mi alma.

En él puedo relacionarme con otros que se acercan a compartir y nuestras inquietudes se entrelazan al amparo de la magia que surca los lugares de poder.

Se manifiestan los dones que cada uno, a lo largo de su camino personal, ha sabido atraer a esta realidad.

Como llamas que se unen para formar una hoguera que calienta y vence las sombras, me siento con estos encuentros mucho más vivo de lo que puedo estar en ambientes contaminados de ruido y de ego.

Encuentros cruciales vestidos de fugacidad, velas encendidas que flanquean el camino. Soledades, sí, a veces muerden y nos asaetan con susurros de desánimo y derrota, pero qué mejor lugar para recibir del silencio sus lecciones y atrapar al vuelo las casualidades misteriosas que nos incorporan al camino del espíritu, a conocer nuestra contribución universal.

Al fin conseguí encender mi luz y soy yo.

Puedes venir conmigo a compartir.

Si vences el miedo de no pertenecer a ningún lugar

y abres los ojos de tu alma,

verás la silueta de los árboles moverse en la bruma de los tiempos.

Como fantasmas que habitan las calles grises de las ciudades

Y señalan los caminos que conducen fuera del ego

...hacia los sueños.

1 comentario:

alcuadrado dijo...

Muy bonito y muy de verdad. A veces las calles de las ciudades son grises y asperas para nuestros pies. Pero el mismo gris se torna azulado y es cuando nuestros pies convertidos en papel de lija erosionan en nuestro camino todo lo gris que le sobra...

 
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