Escucho el sonido tibio del horizonte, que asiste al desfilar del sol de este a oeste.
Observo el paisaje como a un actor que, tras un sudario de bruma, juega a cambiarse de traje.
Las luces se encienden y se apagan y la lluvia juega a esconderse.
Todo va lentamente mudando, caminando.
Respiro el mismo aire que baila libre entre montañas,
Lo siento adentrarse en mis pulmones y viajar por mi sangre.
Con cada rayo de sol, mi piel se desvanece
Y todo mi ser percibe el aroma de la hierba mojada y del mar cercano.
En mi corazón resuena una canción triste
que me hace mirar una y otra vez al horizonte.
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