Si pudiera amarrar este anhelo al fuego y dejarlo volar, observarlo irse lejos,
quizás esta noche se volviera distinta y, quién sabe, pudiera incluso abrazarme al sueño.
Allí me uniría a ti sin tormento y, por qué no, juntos podríamos mirar al cielo.
Veríamos pasar esa lámpara a través de la noche incendiando el abismo
y ya no habría despedida posible.
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