Una caricia

Después de afrontar tantos miedos y de no dejarme llevar por los meandros de la mente, a veces me encuentro cansado y me llama la inquietud para que me esconda del mundo y renuncie a cuanto tengo. No quiero caer en los desvelos de la mente que da vueltas como una cometa vencida por el viento. No quiero huir hacia atrás ni hacia adelante. Me quedo aquí en busca de una caricia, pues no hago sino añorar las lágrimas que me dejaron hace días. No siento orgullo de reclamar la tristeza, pero me siento hermano de ella, jugamos a inventar, y escribo siempre con su pluma, que me permite retirarme de las maquinaciones de mi mente y escapar a mi nube de poesía y sueños. Yo no soy un artista, en mi curriculum no se encuentra, yo solo necesito de encontrarme con mi espíritu y compartirlo con el mundo, solo busco la caricia que aplaque la marca del tiempo en mi alma. No tengo formación para convencer a los que buscan el lado turbio de algo tan íntimo y personal, aquellos que se pierden entre etiquetas y nombres, entre superfluos análisis con que ocultar que no saben. Yo sólo me rindo a mis soledades pues a ellas no puedo engañarlas. Si estoy bien, ellas me ofrecen la calma y eternidad en cada instante; si estoy mal, me entregan la tristeza para que ella amanse mi condena de inquietudes. Si de ese silencio, luego robo algunas palabras, más o menos torpes, solo espero que entiendas que busco la honestidad, seguir mis pasos sin mentirme, sin perderme.