viernes, marzo 11, 2011

Baobab

Hay días eternos en que simplemente te fallan las fuerzas,

en que tu visión se quiebra y el mundo pierde toda expresión.

En que se te aceleran los pensamientos y en que los pilares que te sujetaban,

se ven tambaleantes ante el viento trágico de un miedo que no cesa.

Esos días sales a un mundo inmenso, en que te sientes más solo, torpe e indefenso.

Sales con la intención de sostener el rumbo,

bebiendo de la inspiración que te regalaron otros momentos,

hoy muy lejanos.

Afrontas el día en una suerte de acto de fe, sin brillo en los ojos,

con el corazón ahogado en tristeza.

Sostienes tu figura y caminas si saber

que tu presencia es hoy como la del baobab de la sabana africana.

Con la cabeza hundida en el fango y sus raíces expuestas,

le rodea un misterioso encantamiento.

Y es que al mirarle, aparentemente derrotado,

Se aprecia en él una belleza distinta, libre.

Una fuerza estoica que clama por lo auténtico.

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