domingo, enero 16, 2011

Momentos en los que vislumbro mi naturaleza

Empiezo a sentirme abrumado, exhausto y necesito hundirme en lo más profundo de mí mismo. Mi mente no se adentra allá, está demasiado cansada de tanto rodar. Me siento ante el abismo y simplemente aguardo a que algo se proyecte en él. Algo de mí, algo que aprender.
Ocurre entonces que mi realidad se deforma y van acudiendo a ese estado informe que es el ahora una miríada de imágenes, algunos son recuerdos, intuiciones, emociones y sentimientos. Y los voy viviendo todos, me entrego, me rindo, no analizo nada.
Únicamente experimento todo ese movimiento, dejando que se me vaya abriendo la herida, una suerte de placentera melancolía que me arrulla y me araña. E inmerso en ese estado primordial soy capaz de reconocer qué hay de verdadero en mí y cuánto necesito desechar. Una consciencia desgarrada recorre mis entrañas y su estela es una vibración que se desborda. Siento que voy a estallar de emoción, que me voy a diluir por fin en ese magma que me reclama. Quiero gritar pero, una vez más, comienza el chasquido de las teclas y el baile de palabras en la pantalla. Siento la corriente traspasarme y volar hacia ella. Estoy conectado a un ritual muy antiguo, a un momento sagrado.
Y de repente, algo cambia. Mi mente vuelve a la carga. Me doy cuenta de dónde estoy, de las personas que están sentadas cerca de mí. Empiezo a preguntarme si alguién me estará viendo escribir y qué pensarán de mí. He vuelto a la realidad, me voy conectando a mis deberes y miedos y miro al reloj para situarme en el mundo.
Durante unos segundos leo lo que hay en la pantaalla, sonrío y lo guardo. Siento que ahí está mi naturaleza y que no le daré la espalda. La escucharé y me entregaré a ella. Emprenderé ese viaje una y otra vez y me iré trayendo un poco de vuelta.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta ese estado de hormigueo incesante, le he terminado por pillar el gustillo. Sinceramente me parece sanísimo, y más cuando al mirar a tu alrededor puedes reconocer a alguien cercano. Eso es muy bonito, Pedro.

alcuadrado dijo...

Que soy el Deivid qué es que esto no me reconoce y me publica como anónimo. Un abrazo, nos vemos pronto

Pedro Francisco Almaida dijo...

Gracias por tus comentarios David. Un abrazo y hasta pronto.

 
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