Déjame que sea yo quien respire tu aliento y acabe de una vez por todas con este miedo.
Deja que la niebla me abrace sin romperme el alma.
Deja que mis pasos me liberen del mañana y sea este momento un suspiro de eternidad.
Mira que la tinta que compone estas palabras no está muerta y se mueve, se agita con tu corazón que se detiene a leerlas y sabes que es cierto, que hay luz en todo esto. Las palabras saltan y vibran y juegan al son de tu espíritu que está deseando creer.
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