miércoles, marzo 23, 2011

Concierto de Haegum

Escúchalo siguiendo el enlace:

http://www.youtube.com/watch?v=ANdC5hl_PU8&feature=related


La música surge de las cuerdas como finas hebras que, aparentemente solitarias, van tejiendo muy lentamente una melodía, una fina tela en la que se narra una historia muy antigua.

Tan lento es el proceso que la mente no acierta a seguirlo y uno simplemente lo siente, como un sueño. La aguda vibración va socavando el tiempo y me hace viajar, imaginar.

El músico, con los ojos cerrados, en posición vertical, se vuelca sobre el arco y toda su pasión y su fuerza queda reducida a un fino movimiento que va despertando el sonido del laúd que descansa sobre su pierna izquierda.

Me entrego por completo y cierro yo también los ojos. La voz del haegum es la voz de una anciana cuentacuentos. Esa música es un lecho donde recostarse a escuchar sus viejas historias. Dejar de correr, sentarse, respirar y soñar.

miércoles, marzo 16, 2011

“Siempre regreso a ti”, una novela con la ansiedad como telón de fondo


Nunca pensé que mi primer libro fuera a tratar de un tema como el de la ansiedad ni que fuera a ser algo tan personal. Pero se fue escribiendo solo. Yo no elegí vivir aquella experiencia como no decidí que iría escribiendo una especie de diario que me ayudaría a superar la angustia que sentía.
En mayo de 2005 mi vida se rompió en mil pedazos; tuve que pararme en mitad del camino y reflexionar acerca de lo que había hecho mal. Nunca me había pasado una cosa así. Fue un golpe de ansiedad tan fuerte que los cimientos de mi personalidad se tambalearon. De repente, mi mente se reveló contra mí y comenzaron a dibujarse en mi cabeza todo tipo de pensamientos homicidas. Algunos aparecían acompañados de imágenes tan vívidas que después me costaba reconocer que aquello no había ocurrido en realidad. A los pensamientos se sumó una terrible inseguridad —empecé a dudar de mi propia naturaleza— y sobre todo, el miedo; tenía mucho miedo.
No sabía qué me ocurría, creí que me había vuelto loco, en el hospital me recetaron ansiolíticos y antidepresivos sin darle mayor importancia al asunto. Deambulé desesperado, sin rumbo, me sentía muy solo… hasta que acudí a una clínica psicológica.
Fue entonces cuando empecé el largo camino hacia la recuperación, hacia el reencuentro, hacia el perdón. Supe que sufría un trastorno de ansiedad, que mi mente tenía un marcado carácter obsesivo-compulsivo, que lo que me ocurría no era algo tan raro, más bien todo lo contrario. Fue entonces cuando empecé a escribir una especie de diario con todo aquello que iba aprendiendo. Eran como una especie de cartas escritas a mí mismo en las que me daba ánimos y me repetía una y otra vez las lecciones que habían de marcar un cambio significativo en mi estado. Con ellas me sentía menos solo, sentía que la recuperación era posible. Les ponía título y las ordenaba cronológicamente —de esta manera se iba plasmando
una evolución—. Ante una recaída, las podía leer y, así, darme cuenta de que no volvía al principio, de que ya llevaba camino transitado.
Cuando hubo transcurrido un tiempo suficiente como para ver aquel diario desde cierta distancia, comencé a pensar que quizás podría contribuir a que las personas que sufrieran trastornos de ansiedad no se sintieran tan solas como yo me había sentido los primeros días.
Que no echaran en falta —como me había ocurrido a mí— que alguien les contará su experiencia tal y como la había vivido en primera persona —Por muy bien descrito que estuviera un caso en un libro de psicología, faltaban las emociones, los sentimientos tan profundos que se viven en esos momentos—. Le mostré a mi psicóloga las cartas y el libro comenzó a tomar forma.
En él aparecen esas cartas en mitad de una sencilla historia, la de un joven periodista catalán que retoma su trabajo después de sufrir un trastorno de ansiedad. Su primer encargo implicará viajar a La Azohía, un pequeño pueblo de la costa murciana, para realizar un reportaje. Durante el camino irá leyendo las páginas que escribió cuando se encontraba desbordado por sus pensamientos y emprenderá un nuevo rumbo apoyándose sobre las lecciones aprendidas.
Se trata de la historia de un hombre que un día se encontró roto y de cómo las palabras le fueron indicando el camino…

viernes, marzo 11, 2011

Baobab

Hay días eternos en que simplemente te fallan las fuerzas,

en que tu visión se quiebra y el mundo pierde toda expresión.

En que se te aceleran los pensamientos y en que los pilares que te sujetaban,

se ven tambaleantes ante el viento trágico de un miedo que no cesa.

Esos días sales a un mundo inmenso, en que te sientes más solo, torpe e indefenso.

Sales con la intención de sostener el rumbo,

bebiendo de la inspiración que te regalaron otros momentos,

hoy muy lejanos.

Afrontas el día en una suerte de acto de fe, sin brillo en los ojos,

con el corazón ahogado en tristeza.

Sostienes tu figura y caminas si saber

que tu presencia es hoy como la del baobab de la sabana africana.

Con la cabeza hundida en el fango y sus raíces expuestas,

le rodea un misterioso encantamiento.

Y es que al mirarle, aparentemente derrotado,

Se aprecia en él una belleza distinta, libre.

Una fuerza estoica que clama por lo auténtico.

sábado, marzo 05, 2011

Silencio

El silencio no es la ausencia de algo,

no es lo que queda tras el retiro o la huida,

no es el castigo de la soledad,

ni siquiera es la falta de sonido.

El silencio no es censura ni locura,

ni desvío o enfermedad.

El silencio no se adquiere con la ruptura o el desprendimiento.

Es y está independientemente,

libre como yo me siento ahora en su presencia

Escribiendo a solas conmigo

Escuchándome

No me falta nada.

Inspirado en “Viaje al silencio” de Sara Maitland

 
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