En él puedo relacionarme con otros que se acercan a compartir y nuestras inquietudes se entrelazan al amparo de la magia que surca los lugares de poder.
Se manifiestan los dones que cada uno, a lo largo de su camino personal, ha sabido atraer a esta realidad.
Como llamas que se unen para formar una hoguera que calienta y vence las sombras, me siento con estos encuentros mucho más vivo de lo que puedo estar en ambientes contaminados de ruido y de ego.
Encuentros cruciales vestidos de fugacidad, velas encendidas que flanquean el camino. Soledades, sí, a veces muerden y nos asaetan con susurros de desánimo y derrota, pero qué mejor lugar para recibir del silencio sus lecciones y atrapar al vuelo las casualidades misteriosas que nos incorporan al camino del espíritu, a conocer nuestra contribución universal.
Al fin conseguí encender mi luz y soy yo.
Puedes venir conmigo a compartir.
Si vences el miedo de no pertenecer a ningún lugar
y abres los ojos de tu alma,
verás la silueta de los árboles moverse en la bruma de los tiempos.
Como fantasmas que habitan las calles grises de las ciudades
Y señalan los caminos que conducen fuera del ego
...hacia los sueños.